Nubes
"Sólo hace falta que te des cuenta de lo que podrías llegar a vivir conmigo. No tengo el derecho de sentirme con el derecho de que tú me gustes más, pero es que mi motivo no eres tú, no es tu manera de ser; mi motivo es cómo me siento yo y cómo me imagino las cosas que podría hacer contigo, todas las veces que podría sorprenderte y todas las veces que nos podríamos reír juntos. Nos veo tan parecidos que me cuesta creer que tú no te hayas dado cuenta, y sólo se me ocurre atribuir tu indiferencia al hecho de que en estos momentos busques otra cosa, o no busques. O que no te hayas dado cuenta. O quizá ya te has dado cuenta de que es mentira, y sea que no nos parecemos tanto y yo soy sólo otro de los bobos que sueñan en ti a alguien que buscan."
Uno no sabe por qué otra persona hace una cosa u otra.
A medida que vamos conociendo a alguien, intentamos recopilar todas las experiencias puntuales, los puntos de su persona que conocemos, e intentamos unirlos todos con una línea. Eso es conocer a alguien: dibujar la línea de su personalidad a partir de los puntos que nos deja conocer. Sólo que quizá los puntos que desde fuera unimos con una línea recta, en esa persona dibujan una espiral de miles de idas y venidas.
Hay personas a las que conocemos muy poco. Y podríamos dibujar eso que conocemos de esa persona:
A medida que pasa el tiempo, y por coincidir en un mismo espacio y tiempo, aprendemos cosas nuevas de una persona. Y cada una de esas cosas es un nuevo punto:
Pero eso no es conocer a una persona. Conocer a una persona no es recopilar en una lista vertical tantos ítems como rasgos definen a esa persona. De hecho, de los rasgos que puedan definir a una persona a los rasgos que nosotros descubramos de esa persona, puede ir un abismo. Conocer a una persona, decimos, pues, definitivamente, es establecer relaciones entre cada uno de los rasgos que vamos conociendo de esa persona.
La imagen anterior no es una persona. Esto podría ser una persona:
Pero conocer a alguien no es tan sencillo. Porque las relaciones que establecemos entre cada uno de los rasgos, las líneas que trazamos para unir dos puntos, no nos las dibuja esa persona en la cabeza, sino que tenemos que dibujarlas nosotros. Interpretar, al fin y al cabo, lo que vemos de esa otra persona.
Cuando, con el paso del tiempo, vamos trazando líneas, puede suceder que varias veces debamos borrar una línea y dibujarla de otra forma. Darnos cuenta, así, de que esa persona no era eso, sino esto:
El problema es que al trazar líneas intentamos formar dibujos ya conocidos por nosotros, porque así tenemos un patrón al que aferrarnos, un "ah, a una persona de este tipo ya sé cómo tratarla". De modo que aunque una persona sea esto:
Nosotros podríamos pensar que es esto:
O hasta convencernos de que es esto:
Y muchos problemas se derivan a raíz de estos dibujos que proyectamos en nuestra cabeza sobre lo que es cada persona. El criterio que utilizamos para trazar las líneas es propia de cada persona, de la persona que se las traza en la misma cabeza, así que cabe la posibilidad de que cuando empezamos a tratar a esa persona tal y como el patrón de su dibujo requiere, todo empiece a fallar y nadie entienda por qué. Con un poco de suerte se descubrirá que lo que debía ser esto:
En realidad era esto:
Quizá el error no esté en equivocarse de línea, sino en creer que a una persona con un dibujo determinado hay que clasificarla de una forma concreta. Quizá salga más a cuenta admirar el dibujo y actuar por cómo le siente a uno mismo ese dibujo, y no esperar nada, y que cada uno sea como quiera.
Tú podrías ser esto...
Uno no sabe por qué otra persona hace una cosa u otra.
A medida que vamos conociendo a alguien, intentamos recopilar todas las experiencias puntuales, los puntos de su persona que conocemos, e intentamos unirlos todos con una línea. Eso es conocer a alguien: dibujar la línea de su personalidad a partir de los puntos que nos deja conocer. Sólo que quizá los puntos que desde fuera unimos con una línea recta, en esa persona dibujan una espiral de miles de idas y venidas.
Hay personas a las que conocemos muy poco. Y podríamos dibujar eso que conocemos de esa persona:
A medida que pasa el tiempo, y por coincidir en un mismo espacio y tiempo, aprendemos cosas nuevas de una persona. Y cada una de esas cosas es un nuevo punto:
Pero eso no es conocer a una persona. Conocer a una persona no es recopilar en una lista vertical tantos ítems como rasgos definen a esa persona. De hecho, de los rasgos que puedan definir a una persona a los rasgos que nosotros descubramos de esa persona, puede ir un abismo. Conocer a una persona, decimos, pues, definitivamente, es establecer relaciones entre cada uno de los rasgos que vamos conociendo de esa persona.
La imagen anterior no es una persona. Esto podría ser una persona:
Pero conocer a alguien no es tan sencillo. Porque las relaciones que establecemos entre cada uno de los rasgos, las líneas que trazamos para unir dos puntos, no nos las dibuja esa persona en la cabeza, sino que tenemos que dibujarlas nosotros. Interpretar, al fin y al cabo, lo que vemos de esa otra persona.
Cuando, con el paso del tiempo, vamos trazando líneas, puede suceder que varias veces debamos borrar una línea y dibujarla de otra forma. Darnos cuenta, así, de que esa persona no era eso, sino esto:
El problema es que al trazar líneas intentamos formar dibujos ya conocidos por nosotros, porque así tenemos un patrón al que aferrarnos, un "ah, a una persona de este tipo ya sé cómo tratarla". De modo que aunque una persona sea esto:
Nosotros podríamos pensar que es esto:
O hasta convencernos de que es esto:
Y muchos problemas se derivan a raíz de estos dibujos que proyectamos en nuestra cabeza sobre lo que es cada persona. El criterio que utilizamos para trazar las líneas es propia de cada persona, de la persona que se las traza en la misma cabeza, así que cabe la posibilidad de que cuando empezamos a tratar a esa persona tal y como el patrón de su dibujo requiere, todo empiece a fallar y nadie entienda por qué. Con un poco de suerte se descubrirá que lo que debía ser esto:
En realidad era esto:
Quizá el error no esté en equivocarse de línea, sino en creer que a una persona con un dibujo determinado hay que clasificarla de una forma concreta. Quizá salga más a cuenta admirar el dibujo y actuar por cómo le siente a uno mismo ese dibujo, y no esperar nada, y que cada uno sea como quiera.
Tú podrías ser esto...